Amplía Slim la brecha privatizadora en México

"Adquiere grupo español Caixa 20% de acciones de Inbursa" (La Jornada 16.10.08). La Caixa es accionista mayoritario (33%) de Gas Natural (GN), que es la segunda generadora eléctrica privada en México y la primera proveedora de dicho combustible. Por otro lado, Carlos Slim, el dueño de Inbursa, había comprado hace días el 15% de las acciones de GN en México. Slim ha recibido ya más de 100 concesiones de Generación eléctrica en México, para autoabastecimiento, distribuidas en toda la república, y además es contratista de Pemex y la CFE. La concentración de poder y el control por parte del sector privado sobre el sector energético es cada día más grave, solapado por el gobierno.



La perversa acumulación del capital globalizado

La concentración en unas cuantas manos del capital industrial y financiero avanza día a día, sin importar cuantas "regulaciones" o "candados" puedan imponerse. Hecha la ley, hecha la trampa, dice un viejo adagio. En México, la fantástica fortuna del millonario "mexicano" Carlos Slim lo ejemplifica. Dueño de una gran cantidad de empresas en sectores estratégicos (producción y servicios entre las que destaca Telmex) es a la vez dueño del Grupo Financiero Inbursa (GFI). La alianza de Slim con el poderoso grupo catalán La Caixa, no solo es económica sino también política, y permitirá a ambas ampliar la brecha privatizadora de la energía en nuestro país.
Mientras las "autoridades reguladoras" ni siquiera abren la boca, Inbursa y Caixa se limitaron a informar el aumento de sus capitales. Para evitar suspicacias, Inbursa se apresuró a aclarar que "la mayoría accionaria y la operación de GFI son y seguirán siendo mexicanas". ¡Claro! la normatividad vigente es lo suficientemente "benévola" como para impedir que nadie les pida cuentas. Y en último de los casos, para eso tienen a su servicio los costosos bufetes de abogados, expertos litigantes en las cortes internacionales de su elección.

Impunidad globalizada

El sistema financiero internacional, vive actualmente una cresta más de su estado de crisis permanente. Creado supuestamente para asegurar que cualquier país pudiera proveerse de dinero y financiar su economía, hoy está claro que su objetivo es y ha sido favorecer la acumulación de capitales.
Valga recordar que en México, luego de una historia de "desaciertos" cuyo clímax fue una terrible crisis económica, se realizó la expropiación bancaria realizada (José López Portillo, 1982) seguida de su inmediata e igualmente fulminante reprivatización (menos de una década después, entre junio de 1991 y julio de 1993), justo en el mismo período en que se negociaba el nefasto Tratado de Libre Comercio (TLC).
Impulsado por el cambio del "patrón oro" en EU que provocó la "dolarización" de las reservas a escala global, México, bajo el gobierno de Carlos Salinas de Gortari adoptó la medida. El "transparente" proceso de privatización entró en crisis en 1995, con una nueva caída de la banca ya reprivatizada, que conduciría a una nueva devaluación y obligó a una intervención salvadora de los bancos declarados insolventes, mediante crédito externo. La deuda así socializada, constituye un pesado lastre para el desarrollo nacional, para las próximas décadas.
En México, al menos durante los cuatro últimos gobiernos descaradamente neoliberales, es evidente que la renta petrolera ha servido para sostener en buena parte las precarias finanzas del estado, y con ello apuntalar la riqueza de unos cuantos. A ellos habría qué preguntarles:

Si vendemos el petróleo ¿cómo seguir rescatando a los banqueros?

Cuando la crisis zedillista, el banco central de México (Banco de México, banxico) entregó a la banca privada los fondos y divisas necesarios (todos y aún más) para darle "liquidez" y "solvencia". Son las mismas medidas que actualmente impulsa el Banco Mundial entre los estados miembros para solventar la crisis financiera mundial.
A partir de 2000, tocó a Vicente Fox consolidar la "extranjerización" de la banca, con la compra de Bancomer por parte de la española BBVA y de Banamex, por parte de Citibank, al menos esta última sin el pago de derechos. Vendría también HSBC a comprar Bital y Santander a comprar Serfin y así otros, hasta completar la "extranjerización" de la banca mexicana. Actualmente el capital dominante es español, seguido de EU.
El proceso arranca de la crisis de 1982, que provocó el endeudamiento del país y la suspensión de créditos, contraidos con bancos internacionales privados. Deuda que motivó diversas "reestructuraciones" hasta el punto en que Ernesto Zedillo terminó por "empeñar" la renta petrolera (en &&&).
Son los mismo bancos y grupos financieros que, mediante distintas asociaciones, participaciones, fusiones o cualquier otro nombre con que quieran disfrazar la concentración de poder de mercado y su control, que tienen una alta participación en el mercado energético de México actualmente, desempeñando no solo funciones estratégicas, sino también como contratistas, a través de sus distintas subsidiarias.
Esta es una tendencia generalizada y las repercusiones son catastróficas.

La vuelta del modelo de 1982

La primera consecuencia está en el aumento de la deuda pública, toda vez que el legislativo aprobó por unanimidad la Ley de ingresos 2009 que incluye un déficit de 11.9% del PIB, es decir, es la vuelta al esquema de endeudamiento cuyo control era -- se dijo por años--, una de las ventajas del modelo macroeconómico neoliberal.
La pregunta es cómo se hará para financiar en la práctica dicho "déficit", y en su caso, qué programas se recortarán si no se encuentran créditos suficientes o no hay forma de captar capitales extranjeros (supongamos que no se acepta la participación privada en Pemex).
Otro impacto ya visible es la baja de las reservas internacionales, entregadas a la especulación mediante "subastas" de carácter confidencial. Seguramente está en curso la fuga de capitales que acompaña normalmente a este efecto.
Pero el efecto más grave es, como en la crisis de 82, la intentona de reactivar del modelo de exportación de recursos (básicamente petroleros), para lo cual se está cocinando en express la reforma de Pemex.
Todo apunta a que aún la izquierda partidaria, carente de alternativas independientes y de clase, se alineará por la continuación del modelo vigente, aunque ello represente un mayor alejamiento de las luchas populares, que hoy tienen un carácter revolucionario.

Hoy más que nunca: ¡No a la privatización de Pemex!

Frente de Trabajadores de la Energía.

Grupo Democracia Revolucionaria

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