Colegio de Ciencias y Humanidades

Manuel Pérez Rocha

http://www.jornada.unam.mx/2011/04/21/index.php?section=politica&article=013a1pol

Hace unos días la UNAM festejó el 40 aniversario del Colegio de Ciencias y Humanidades. En 1971 el rector Pablo González Casanova presentó al Consejo Universitario la propuesta de reforma universitaria más importante elaborada hasta hoy en nuestro país. Este consejo la aprobó y de inmediato se puso en marcha. En unos cuantos meses, como primera parte del proyecto –sin hipérbole llamado la Nueva Universidad–, inició un nuevo modelo de bachillerato. También en plazo breve el modelo fue adoptado por más de una centena de instituciones educativas del país y en la propia UNAM acogió a decenas de miles de jóvenes estudiantes. Poco más adelante se elaboraron en la misma casa de estudios proyectos de licenciatura, posgrado e investigación, tal como preveía la Nueva Universidad.

Unos meses después, un movimiento laboral y político, en el que se conjuntaron la Secretaría de Gobernación, la SEP y otras fuerzas internas y externas, puso término a la administración de González Casanova. La SEP elaboró, con un modelo anacrónico y la colaboración sumisa de la ANUIES, el proyecto del Colegio de Bachilleres y se impuso en todo el país remplazando al modelo de bachillerato del CCH de la UNAM. Incluso se pretendía que el mismo bachillerato de la UNAM fuera absorbido por el Colegio de Bachilleres.

La administración de la UNAM que sucedió a la de González Casanova se sumó con entusiasmo a los nuevos proyectos de la SEP y al desmantelamiento del proyecto original de la Nueva Universidad. El Colegio de Ciencias y Humanidades, como indica su nombre, se proponía ligar las ciencias y las humanidades. Necesidad que con lucidez vieron entonces González Casanova y sus colaboradores, y que hoy resulta urgente si atendemos las exigencias de la epistemología en ambos campos y nos percatamos de la barbarie a que conduce el especialismo que los separa.

El proyecto del Colegio de Ciencias y Humanidades fue minado desde dentro de la UNAM. La misma rectoría publicaba un periódico mural que lo denigraba, y los operadores políticos (la entonces Secretaría de la Rectoría) acudieron a las peores prácticas para generarle problemas. En la prensa publicaban comentarios y artículos que descalificaban al CCH y buscaron hacer del término ceceachero algo negativo y ofensivo. Con el tiempo la propia UNAM acabó degradando el ambicioso proyecto de transformación de toda la institución y ahora es, orgánicamente, algo totalmente distinto y contrahecho: la Escuela Nacional Colegio de Ciencias Humanidades, que comprende exclusivamente una forma alterada del proyecto original de bachillerato.

En el nivel superior, el Colegio de Ciencias y Humanidades, que impulsaba un movimiento hacia el trabajo más propiamente académico y la interdisciplina, fue remplazado por las Escuelas Nacionales de Estudios Profesionales, en las que se ofrecen centralmente especialidades con la orientación profesionalizante que domina a nuestra educación superior y que históricamente ha limitado el desarrollo de las ciencias y las humanidades.

El proyecto de González Casanova generó un movimiento educativo y social caracterizado por un gran entusiasmo y generosidad, mismos que habían animado a su autor y eran venturosa secuencia de la conmoción juvenil de 1968. Sin remilgos, cientos de jóvenes profesores se dedicaron en cuerpo y alma a atender a un torrente de estudiantes igualmente entusiastas. Pero tanto fuera de la UNAM como en los sectores conservadores de la misma institución ese entusiasmo fue visto como un peligro y como contrario a la disciplina y orden que exige el trabajo académico. Y reaccionaron, exigiendo orden y disciplina y defendiendo sus cotos de trabajo especializado, logrando la terminación del proyecto.

Por fortuna, a partir de agosto de 1973 la dirección del Colegio de Ciencias y Humanidades quedó a cargo de Henrique González Casanova, presidente entonces de la Comisión de Nuevos Métodos de Enseñanza de la propia UNAM y quien además había sido un actor importante en la concepción del proyecto.

Don Henrique, como le decíamos con afecto, logró importantes avances en la institucionalización del bachillerato del CCH, en la solución de delicados problemas políticos y administrativos y la supervivencia del proyecto por unos años más.

La experiencia nos debe hacer reflexionar acerca de las formas que pueden hacer compatible la institucionalidad requerida por el trabajo académico con el entusiasmo, libertad, pluralidad y espíritu democrático que también son exigencias del desarrollo de la cultura y del conocimiento. Por supuesto, una base esencial de un proyecto de esa naturaleza es la confianza en los seres humanos y principalmente en los jóvenes; estas actitudes animaron tanto a Henrique como a Pablo González Casanova. Cuando una administración, animada por la desconfianza, adquiere posturas y métodos propios de la policía, como ocurrió hace casi cuarenta años, destruye el interés, la generosidad y el compromiso con la innovación y el trabajo creativo.

Décadas después, en el proyecto de la UACM se busca recuperar esa ambiciosa propuesta al instituir como una de las partes constitutivas de su estructura académica un Colegio de Ciencias y Humanidades, que debe promover y coordinar los proyectos interdisciplinarios generados por la colaboración de otros dos colegios imprescindibles: a) el de Humanidades y Ciencias Sociales y b) el de Ciencias y Tecnología, los cuales tienen también la función de disolver progresivamente las fronteras innecesarias que se dan en el interior de cada uno de sus campos de trabajo.

El Morena y otro proyecto de país

Guillermo Almeyra

El límite del proyecto del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que es un organismo de gran importancia política y social, se ve ya desde el nombre del mismo: busca en efecto la regeneración y no la transformación del México capitalista y dependiente, mediante una serie de reformas que revivirían un mítico México lindo y querido del pasado. Y todas las propuestas del proyecto, tanto las precisas como las que no lo son, se basan en la idea de que hay que construir un gran movimiento cívico organizado para imponer dichas reformas por la vía pacífica y electoral. Y no, por el contrario, de que hay que unir ese movimiento cívico con los movimientos sociales y darles a éstos un objetivo político transformador radical ni de que hay que fomentar la autorganización de los trabajadores y de las víctimas del capitalismo, su autonomía, sus prácticas elementales de poder popular para cambiar la relación entre las fuerzas sociales y poder así vencer la resistencia de la oligarquía y del imperialismo, sea por la vía electoral, sea por otras vías como la de la resistencia civil masiva y organizada, si aquélla resultase impracticable.

Aunque está creciendo y está mejor organizado que el respaldo que tenía Andrés Manuel López Obrador en 2006, cuando le robaron el triunfo, el Morena se apoya, aparentemente, en un caudal de esperanzas menor que el de hace cinco años. Eso no quita que sea la única oposición antioligárquica y antimperialista presente en el panorama actual, ni que tenga el único proyecto digno de ese nombre (pese a sus defectos y carencias) ni que no cuente con un vasto apoyo social, sobre todo en el centrosur del país, y particularmente entre los más pobres y en un amplio sector de la intelectualidad. Por lo tanto, a quienes son además de antioligárquicos y antimperialistas, anticapitalistas, socialistas, se les plantean sólo dos opciones.

La primera consiste en apoyar al Morena, manteniendo su independencia política frente al mismo y agregando a las consignas nacionalistas-desarrollistas del movimiento las consignas anticapitalistas que permitan una transición de la lucha corporativa a la lucha política anticapitalista y de la lucha defensiva y nacionalista, al desarrollo de puntos de resistencia y poder populares que permitan encarar la construcción de una alternativa al capitalismo. La segunda, estéril, consiste en tomar como pretexto el carácter electoralista del Morena, su estructura vertical, el decisionismo de su dirección y el carácter limitado de sus propuestas para mantenerse al margen de este movimiento social vasto –que además es el único de envergadura en México– y, en vez de hacerle aportes críticos constructivos, buscar desprestigiarlo y debilitarlo ayudando así a la derecha, tal como sucedió en 2006 con la pésima posición política adoptada por los supuestos apolíticos abstencionistas.

El movimiento obrero en México, al igual que los trabajadores y oprimidos en general, ha sufrido una serie de grandes derrotas sucesivas a la que posiblemente se sumará la modificación reaccionaria de la Ley Federal del Trabajo. Necesita recuperar terreno y confianza en sí mismo aunque sea en el limitado y limitante campo electoral. Sobre todo cuando el país está militarizado, en manos de la narcoviolencia y de la violencia de la oligarquía que usurpa el poder en el Estado y cuando éste mismo está en descomposición acelerada y las leyes y la soberanía son pisoteadas todos los días con la complicidad del PAN, el PRI, el PRD y de todos los partidos defensores del capitalismo. En estas condiciones, incluso las reformas limitadas que propone el Morena son incompatibles con el funcionamiento del régimen y del sistema capitalista, que busca aumentar la explotación y la opresión. Son, por eso mismo, reformas movilizadoras, objetivamente anticapitalistas aunque no busquen debilitar el sistema.

Además, si en vez de hacer una campaña puramente electoral con vistas a un triunfo en las urnas, que podría ser nuevamente robado como lo fue en 1988 y en 2006, se aprovechase la coyuntura política para crear y extender las autonomías, imponer el control popular sobre las instituciones, desarrollar y organizar poder en el territorio, no sólo el Morena crecería en posibilidades y se transformaría sino que habría un núcleo organizador de la protesta popular que de otro modo, a causa del miedo, de la desorganización, de la despolitización, podría refugiarse en la abstención, dejándole así el campo libre a quienes desde el poder entregan el país al imperialismo y agravan terriblemente la situación de los explotados y oprimidos.

La crisis del capitalismo lleva a éste a acabar con las conquistas sociales y rebajar aún más los ingresos de los más pobres. Si ganasen en 2012 los agentes nativos del imperialismo (PAN, PRI y todos sus secuaces) viviríamos una dictadura del capital y una violencia aún más extrema contra las resistencias a la misma. Si ganase en cambio el Morena, flanqueado por la izquierda socialista y con el apoyo de una expresión política de los trabajadores, se abriría otro proceso, se construirían esperanzas, se crearía otra relación de fuerzas que permitiría hacer frente a la inevitable reacción del imperialismo y de la oligarquía.

La lucha actual no es una contienda electoral más, aunque se dé en el plano electoral, tal como nació la Revolución Mexicana de la lucha contra el fraude y la relección. Es una lucha, deformada electoralmente, por la transformación revolucionaria del país, por derrotar a las fuerzas de la sumisión, la explotación y la miseria.

"Amenazan" con expulsar a alumnos de la FES Acatlán

Emir Olivares Alonso

Periódico La Jornada
Sábado 9 de abril de 2011, p. 14

Los estudiantes de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán que promovieron la participación de Alejandro Encinas y Porfirio Muñoz Ledo en un acto realizado en ese plantel hace más de tres semanas, aseguraron que fueron amenazados por directivos de una posible expulsión, por haber alterado el orden.

Alumnos de Ciencias Políticas indicaron que, previo al acto político-académico, varios funcionarios de la FES trataron de impedir la participación de los políticos cuando ya todo estaba preparado. Los alumnos protestaron, pero la respuesta fue: Se atendrán a las consecuencias.

Explicaron que 15 días antes del encuentro solicitaron un auditorio, y se les negó, y el día del acto las autoridades de la FES les dijeron que podían usar el recinto, cuando vieron instalada la mesa en la explanada y ya casi estaban aquí (en Acatlán) Encinas y Muñoz Ledo. No aceptamos porque ya habíamos difundido que el acto se realizaría en la explanada, ya teníamos ahí a la gente y no era práctico movernos de lugar.

Los jóvenes manifestaron su preocupación, ya que algunos dieron sus nombres a los directivos que los confrontaron. Nos dijeron que, con base en la legislación de la UNAM, podían hasta expulsarnos. Tenemos temor de que haya represalias.

En tanto, directivos del plantel desmintieron que se hayan levantado actas o exista amenaza de expulsión.

Contactos:

Cubículo 114 bis de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM

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