Una de religión

por Daniel Murillo Castelán

Gracias al movimiento obrado-rista, a los últimos escándalos sexuales relacionados con sacerdotes y a la mentalidad posmoderna imperante, mucha gente ha modificado la imagen falsa que tenía respecto a la iglesia. Ya no concibe a sus inte-grantes como los miembros puros y santos investidos con una autoridad que les otorgaba el derecho a modificar las cos-tumbres, usos y creencias de la población.

Sin embargo, esto ha traído aparejado que se desconfíe también sobre la utilidad y veracidad de los contenidos bíblicos para encauzar la conducta humana por el buen camino. Se hace necesario entonces separar el agua del aceite, el cristianismo de la iglesia. Bien observa León Tolstoy al afirmar que “la iglesiaes la deformación total del cristianismo”. Pero ¿no es la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana la encargada de velar por la observación y cumpli-miento del dogma cristiano? ¿Cómo puede ser diferente la iglesia del cristianismo?

Remitámonos a los orígenes y por lo tanto al meollo del asunto. En las primeras comunidades cristianas no existía una rígida jerarquía que virtualmente separara a los miembros de la comunidad por actividades y por ingresos. Todos trabajaban. Todos recibían según sus necesidades y daban según sus capacidades. Todos eran iguales. En otras palabras, los primeros cristianos eran comunistas. Jesús era comunista.
¿Acaso el comunismo no es ateo? No necesariamente. Es el creador del comunismo científico, Karl Marx, quien nos dice en sus Manuscritos económico filosóficos de 1844 que “el ateísmo se encuentra, al principio, todavía lejano de ser comunismo, siendo todo ateísmo, más que nada, una forma todavía de abstrac-ción…la filantropía del ateís-mo, es, por consiguiente, y en primer lugar, solamente una filantropía abstracta; la del comunismo, es inmediata-mente real e inmediatamente tendiente al efecto.”

Pero para decirlo de una vez, se puede ser comunista sin ser cristiano pero definitivamente no se puede ser cristiano sin ser comunista. La condición de posibilidad para ser cristiano es ser comunista. Quienes duden de esto deben recordar que el mismo Jesús, cuando reclutaba gente siempre les pedía a quienes querían seguirlo que repartieran todas sus posesiones a los pobres, pues estaba consciente de que toda riqueza, sin importarsu tipo, es producto del robo, del usufructo, la usura, la ventaja, el no ver por el otro. Por eso no es de extrañarse que la Iglesia, con toda su riqueza, sea “la deformación total del cristianismo”.

Además, la iglesia no es católica sino romana. Católico significa universal. Para quienes aún dudaban sobre la realidad de la univocidad e intolerancia de la iglesia, sin duda con la actual adminis-tración de Ratzinger (Benedito XVI) ya se habrán dado cuenta del carácter intransigente, particularista y antiuniver-salista de la iglesia.

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