El debate, una zanahoria envenenada

por Martín Moreno

La primera etapa de la lucha en contra de la privatización de Petróleos Mexicanos (PEMEX), en defensa de la soberanía y en contra de las agresiones impe-rialistas y de sus transnacionales ha sido una victoria. Es, sin embargo, una victoria parcial y a la defensiva.
El imperialismo y la burguesía nacional con sus partidos Partido de Acción Nacional (PAN) y Partido Revolucionario Institu-cional (PRI), no se han desistido e insisten en privatizar y rematar la joya de la corona de la riqueza nacional: el petróleo. Si logran su objetivo, después vendrá la privatización completa de la industria eléctrica, de todas las fuentes energéticas, del agua y de todos los recursos estraté-gicos y naturales. También el recorte de los derechos labo-rales. El secretario de Trabajo Lozano no ha podido ser más claro refiriéndose a la Ley Federal del Trabajo (LFT) : ‘No será tan problemática como el petróleo”.

Es indudable que los políticos del PRIAN no estaban dispuestos a debatir. El albazo fue frenado esa mañana en que al llegar al Senado fueron enfrentados por la brigada femenil 9 y la mixta numero 12, reforzada por traba-jadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), en las calles Cuba y el callejón del 57. Los legisladores priistas no pudieron entrar. No hubo quórum suficiente y el albazo quedó se-pultado. La victoria se logró tras ese enfrentamiento físico, reforzado por la toma perma-nente de la tribuna legislativa.

El debate es una zanahoria envenenada. Detrás se levanta la sombra del palo represor. No hubiera sido posible sin la movilización, incluso con las tribunas tomadas, situación que ellos han aprovechado para aprobar otras leyes, en forma ilegítima, en una cede alterna, sin representatividad. Y pretenden ahora tras un debate con mínima difusión de 71 días aprobar la privatización de PEMEX. ¿Qué significa el debate para las masas en acción? Aceptar el debate y desmovilizar a las brigadas no significa un paso adelante sino un retroceso.

Tras la última movilización que congregó a más de 500 mil asistentes no era necesario aceptar ninguna maniobra dila-toria y de desgaste como significa el debate. Se podía imponer la agenda y la correlación de fuerzas era favorable para el movimiento democrático. Todas las fuerzas se encontraban movilizadas. Ahora el problema es la lectura que sectores de activistas y las masas hacen de la desmovilización de las briga-das. Y la lectura del mitin y del propio discurso de Andrés Ma-nuel López Obrador (AMLO), donde no se planteó un plan de acción sino más bien de informa-ción y organización. Ninguna negociación que no tenga detrás una movilización de masas pue-de triunfar. Lo mismo es aplicable al caso de un debate o un Foro.

Tenemos un plan de infor-mación y de organización, no de lucha en sí. Es necesario combinar las dos cosas: la movilización con el debate, es decir la negociación.

La movilización no debe cesar, las acciones no deben descon-vocarse hasta que la victoria esté asegurada. Nos enfrentamos a una lucha desigual con el aparato de estado de la burguesía. Ellos controlan los medios de comu-nicación, controlan las dos cámaras legislativas y el aparato represivo de la policía y el Ejército. Ese es su terreno, esas son sus fuerzas.
La cuestión es que la lucha se ha trasladado de nuestro terreno, a calle y la movilización de masas, a su terreno, el parla-mento y el debate selectivo en unos pocos medios. Antes las masas teníamos la fuerza y el epicentro político se había tras-ladado del parlamento a la calle. El PRIAN no va a aceptar nunca un debate nacional abierto, en la TV ellos aparecen en público en horarios prime time. Su debate consiste en trasmitir las sesiones a través del Canal del Congreso y en 23 foros oficiales. El debate no es democrático, hay una abstención en la participación de la mayoría de la sociedad. El Canal del Congreso es de pago por cable, solo una minoría tiene acceso a su señal, en un país de 70 millones de pobres y millones de trabajadores con muy bajos salarios. Por tanto, pretenden que el debate no salga de la clase media. Incluso esos sectores, antiguo voto duro del PAN en 2000, han sufrido un desgaste. La clase media oscila. Se vio muchas mujeres de clase media en las brigadas con posturas radicalizadas. Esto hace entrar en pánico a la burguesía. De hecho, esta es la tercera condición que Lenin cita para caracterizar una situación como revolucionaria: las clases medias se radicalizan y van junto al proletariado cuando éste de-muestra organización, claridad, firmeza y liderazgo.

No cantar victoria.

Es correcto lo que planteó Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sobre ‘no cantar victoria’. La filtración de la conversación telefónica entre Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y el Senador Navarrete muestra como piensa en términos de lucha contra una parte de su circulo, y no tan solo contra Nueva Izquierda (NI), dada a la conciliación y a la negociación a espaldas del pueblo. La cuestión es cómo mantener el nivel de movilización sin que exista una desmoralización o frustración. La clase media es sensible, estaba en los cercos en vez de estar desayunando en la Colonia Condesa. Y la clase obrera no podía aguantar el ritmo de gastar en pasaje todos los días, comer afuera y castigar su magra economía faltando al trabajo. ¿Que pasaría si en septiembre se aprobara la contrarreforma? Muchos trabajadores no podrían acudir con continuidad a la lucha o a los cercos porque ya habría quemado sus días de asueto o de salarios caídos y habrían sido despedidos.

El debate es una zanahoria envenenada. Detrás se levanta la sombra del palo represor. La estrategia de la derecha pretende desactivar la movilización ofensi-va, que cercó a los poderes legislativos y se convirtio en el verdadero poder que está en la calle, con las masas movilizadas, y no en los pasillos de las cáma-ras legislativas.
El debate hace que el movi-miento democrático pase de la ofensiva a la defensiva, a una ‘espera’. De la acción ofensiva a recibir información. Esto es un riesgo. Por lo pronto la próxima asamblea en el Zócalo se convo-ca para dentro de 2 meses, el domingo 29 de junio. Y el objetivo para entonces es pasar de organizar 100 mil a 200.000 brigadistas, visitando a 10 millo-nes de familias. Es un nivel de organización muy alto el que se requiere para que sea eficaz cuando ni el Partido de la Revolución Democrática (PRD) lo tiene, mucho menos ahora sumido en la crisis de sus elecciones internas.
En nuestro país no hay una organización que funcione sin una dirección y una directriz central. Las masas no asistirán al debate. Será un debate ‘co-mentado’, editorializado en el duopolio de la televisión privada. Los demás serán pequeños debates, como los organizados por el Sindicato Mexicano de electricista (SME) o la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a los que a lo sumo acudirán unos miles de asistentes y donde no se les planteará la organización perma-nente. Los debates no son otra cosa que un montaje temporal. Y lo que necesita el movimiento es organización, organización y más organización, una organi-zación permanente.

Un peligro claro se presentaría si la contrarreforma fuera apro-bada en agosto, o después, entonces sería más difícil echarla para atrás aunque se mantuviera la movilización de las brigadas. La fuerza necesaria de presión seria mayor, y ahí es impres-cindible el papel que pueda jugar una Huelga General política de 24 horas, como inicio sería absolutamente necesario.
Ahora la iniciativa ha pasado de nuestro campo a sus manos. El peligro es que el debate fomente la pasividad. Que pasemos de actores de la historia a meros espectadores. Esto en realidad, contra lo que pueda parecer formalmente, no ayuda al movimiento a formar más cuadros, tener más activistas, a crecer cualitativamente. Tampoco a construir una moral de victoria, incluso a incrementar su nivel de activismo. Lejos de concentrar las fuerzas, como se daba en el caso de las brigadas, ahora éstas se dispersan. Pequeños grupos sueltos contra los contingentes de miles donde se reunían todas las fuerzas, como el vapor en un pistón para generar movimiento.
En esta coyuntura es necesario fortalecer la organización. Crear cientos, miles de nuevos comités que no solamente sean de debate sino fundamentalmente de acción. Crear Comités de Acción, de lucha por todo el país, permanentes, que se reúnan regularmente. Esa es la tarea.

La entrada del movimiento obrero organizado es muy importante, como en el caso del Sindicato Mexicano de Electri-cistas (SME), que está enviando representantes por todo el país y creando Frentes Estatales en defensa de la energía.
El peligro a combatir ahora es que el enojo se transforme en frustración y confusión por no ver un plan de lucha decidido y claro que dé continuidad a los triunfos logrados hasta ahora. En ese sentido es necesario que el Frente Amplio Progresista (FAP) presente ya su propuesta ener-gética y no dejar también en este terreno la iniciativa a la reacción.

También existe un peligro en relación al Frente Electoral para 2012. El peligro, más allá de que en 2009 no se esperen buenos resultados para el Partido de la Revolución Democrática (PRD) en conjunto, no es tanto que los trabajadores voten a la derecha como la abstención alta. La lucha es mucho más que unas elecciones pero tampoco puede ser menos que eso.

Debemos ver con claridad que no solo es una lucha por pre-servar el petróleo. Es necesario extender y coordinar todas las luchas. Luchar por el petróleo es luchar por la soberanía y por un empleo digno, contra la represión, por nuestro futuro y el de nuestros hijos, es luchar por el socialismo. Es necesario unir todas las luchas en una sola. Unir todas las acciones un gran Frente Único. En la unidad esta nuestra fuerza.

No hay que convertir a los foros en simples reuniones de dos o tres horas sino en foros para la organización y la acción.

Plantear que al acabar el foro la gente se apunte para formar tres o cuatro o más Comités de Acción o Comités de Lucha que se reúnan semanalmente para programar volanteadas y otras acciones.

Entonces, los Foros sí habrán servido de algo y no sólo para legitimar las maniobras y tácticas dilatorias de la reacción.
Es necesaria la más amplia campaña para realizar foros con diputados y senadores democrá-ticos, especialistas, en centros de trabajo, de estudio, delegación a delegación, colonia por colonia, parque por parque, por todo lo largo y ancho del país. Debemos golpear juntos contundente-mente el mismo día y a la misma hora.
Los ejes básicos de nuestra participación deben ser: coor-dinar las acciones; extender la lucha y fortalecer la organización.

La movilización no puede convertirse en una forma de presionr para generar un debate ‘justo’. No puede haber debate ‘justo’. Es una lucha desigual. Nuestra única ventaja consiste en que somos la mayoría de la sociedad. Esta fuerza muestra todo su poder en la movilización. Aún más, la movilización sólo puede darse con el fin claro de derribar al gobierno espurio y usurpador de Calderón y no para presionar en ningún ‘debate’. ‘Nosotros ganamos el debate pero ellos arrasan en la votación’ expresó muy acertadamente la senadora Yeidckol Polevnsky.

No podemos bajar la guardia. Intentarán tener periodos extra-ordinarios con cualquier excusa, comenzando porque les falta aprobar otras leyes y lo pondrán por excusa. El debate es, por lo pronto, su periodo extraordinario. No aceptarán el referéndum, referendo o consulta popular. La trampa es que pretenden que sea un ‘referendo mediático’. ¡Un referéndum mediático nunca se puede ganar! La declaración de que el objetivo del Frente Amplio Progresista (FAP) era ganar el debate es un sinsentido. Aún en ese caso no sirve de nada para echar abajo los planes de la reacción. No pudieron dar un albazo. Ahora lo que pretenden es un agostazo.

Lo que está realmente a discusión no es un movimiento electoral ni en el 2009, ni exclusi-vamente en el 2012 sino el futuro del país desde el punto de vista de la mayoría oprimida. No podemos esperar a 2012.
Debemos agrupar las fuerzas para derribar a Calderón. Lo que sucede hoy es que hay un nivel de conciencia del que la gente no regresa atrás. Y amplias capas ya no se van a su casa frustradas como sucedió en 1988. Nuestra consigna en el frente electoral sigue siendo:’Ni un voto al PRI ni al PAN’. El debate es un lavado de cara, un intento de legitimar su maniobra aprobada de ante-mano en lo oscurito.
En lo que resta de 2008 nos enfrentamos a dos escenarios: uno hasta el 23 de julio, día del último debate oficial y otro a partir de agosto con un nuevo embate para aprobar la contrarreforma.

En Venezuela, Hugo Chávez pudo hacer lo que ha hecho en el gobierno para beneficio de la mayoría empobrecida porque tiene el petróleo bajo control estatal y una inversión pública de carácter social, a pesar de la formidable presión y represión del imperialismo de Estados Unidos, golpe de Estado incluido. ¿Alguien imagina un gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sin petróleo, es decir, con PEMEX privatizado de facto? Sin petróleo o sin programas sociales como las misiones, el golpe de Estado de abril de 2002 en Venezuela posiblemente hubiera triunfado.
Igual que en Venezuela, en México, sin petróleo, y sin maíz ni fríjol, no hay país. México se encuentra, no a 10 mil kilómetros de distancia, sino compartiendo miles de kilómetros de frontera con la potencia imperialista más relevante de la historia.

Las masas están dispuestas a luchar hasta el final. En su horizonte solo existe la victoria. No puede haber ningún otro objetivo en esta lucha.
Nos jugamos el futuro del país. ¡Que siga la movilización y las acciones, son nuestro terreno, la única esperanza de victoria!=


¡Ninguna confianza en el PRIAN!

¡Ninguna confianza en el debate!

¡En el debate ganamos, en la votación perdemos!

¡Todo el poder al pueblo!

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