Defender el petróleo y ¿Derribar a Calderón?


por Ismael Hernández Lujano

La importancia del petróleo

Ya han pasado 25 años de la aplicación de políticas neoliberales y privatizadoras en nuestro país. Después de la venta de TELMEX, los ferroca-rriles, los bancos, las carreteras, las minas y los canales 7 y 13 de televisión el único resultado es que el 70% de los mexicanos vive en la pobreza y que los empresa-rios, beneficiados con el remate de las empresas de gobierno, se han convertido en multimillonarios. Privatizaron todo con la promesa de convertirnos en un país de primer mundo pero hasta ahora la gente humilde no ha visto ningún beneficio.
La privatización del petróleo sería el tiro de gracia para México. Nuestra industria petrolera fue expropiada gracias a la decisión de un presidente patriota, Lázaro Cárdenas, y al esfuerzo de miles de mexicanos que entregaron lo poco que tenían (gallinas y puercos) para indemnizar a las compañías extranjeras.
Vender PEMEX es traicionar a nuestros abuelos y la historia del país. Pero además es un gran estupidez. El petróleo ha sido el sostén de la economía mexicana a tal grado que de cada peso que tiene el gobierno, cuarenta centavos vienen de él. Los hos-pitales, escuelas, carreteras y puentes de nuestro país se han construido gracias a este recurso no renovable. Vender el petróleo justo ahora que los precios internacionales son tan altos es el colmo de la estupidez o del ser-vilismo de nuestros gobernantes. Extraer un barril de petróleo cuesta cuatro dólares y se vende en más de cien. El petróleo es el mejor negocio del mundo. Precisamente por eso, y porque es un recurso estratégico no renovable, todos los gobiernos de izquierda (Venezuela, Bolivia y Ecuador) han nacionalizado este energético. Por esas mis-mas razones los gobiernos imperialistas como el de Estados Unidos y España buscan adueñarse de él por los medios que sea, desde privatizaciones hasta guerras como las de Irak y Afganistán.

Por ahora, detuvimos la contrarreforma

El plan de Calderón era dar un madruguete y que su propuesta se aprobara rápidamente, sin dar tiempo para que la discutiera la sociedad. Si esto no ha sucedido fue por la combinación de tres factores: 1) La toma de la tribuna por los diputados del Frente Am-plio Progresista (FAP) formado por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), Partido del Trabajo (PT) y Convergencia.
2) Los bloqueos de las brigadas y 3) La posición ambigua del Partido Revolucionario Institu-cional (PRI).
1) Los diputados del FAP deci-dieron tomar las tribunas e impedir toda discusión en las Cámaras mientras el debate sobre la privatización no se abriera a toda la sociedad. Por primera vez en muchos años los diputados de los supuestos partidos de izquierda (algunos, no todos) se comportaron como representantes populares y no como burócratas levanta dedos, por primera vez en muchos años hicieron algo de provecho y se quitaron el traje de gente respe-table. Ojala así actuaran siempre. La reacción natural de los medios de la derecha fue acusarlos de violentos, de impedir el avance del país y hasta de fascistas. El famoso spot en el que se compara a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con Hitler y Mussolini es una muestra clara de que los grandes empresarios y la derecha panistas están dispuestos a reiniciar la campaña de odio y mentiras que vimos en 2006. Lo que sorprende es que hasta ahora no hayan pasado de las palabras a los hechos y formado grupos de choque pues si en este país hay alguien relacionado históricamente con el fascismo, son los panistas.

2) Nuestro presidente legítimo sabía muy bien que venía la propuesta de privatización y acertadamente se adelantó al crear las brigadas, tanto las mixtas como las de mujeres (conocidas como “adelitas”). Éstas serían las vanguardia del movimiento en defensa del petróleo y las principales encargadas de realizar los actos de resistencia civil pacífica como el bloqueo a las Cámaras de Senadores y Diputados, y el bloqueo de carreteras y ae-ropuertos si fuera necesario. Cuando Calderón lanzó su propuesta, las brigadas ya estaban listas. Su acción resultó efectiva: sin romper un solo vidrio se impidió la sesión de lossenadores. Quedó claro que el pueblo de México tiene toda la disposición para luchar por su patrimonio y que el movimiento del Peje (Andrés Manuel López Obrador) sigue vivo a pesar de todas las mentiras que se han dicho sobre él, a pesar de que los medios de comunicación lo atacan día y noche desde hace ya tres años.
3) El último elemento que hizo fracasar, por ahora, el intento vende patrias de Calderón fue la tibieza del Partido Revolucionario Institucional (PRI). En primer lugar está dividido: una parte aún conserva una ideología naciona-lista y no quiere la privatización; Manuel Bartlet es la figura más sobresaliente pero hay otros, también de peso, que uno nunca hubiera imaginado, como Beatriz Paredes. También hay varios diputados y uno que otro gober-nador que no están de acuerdo con entregar las riquezas de la nación a empresas extranjeras. Por supuesto que entre las bases del Partido Revolucionario Institucional (PRI) la oposición a la iniciativa de Calderón es mucho mayor. Otra parte de los priistas sí está de acuerdo con la privatización pero no van a apo-yar a Calderón gratis, lo apoyarán a cambio de más dinero para los Estados que gobiernan, o a cam-bio de negociar municipios y gobernaturas, o a cambio de que tapen sus actos de corrupción, en fin, a cambio de negociar algo muy importante. Al parecer no se pusieron de acuerdo: el Partido Revolucionario Institucional (PRI) pidió mucho y el Partido de Acción Nacional (PAN) no se lo quiso dar. Otra preocupación de los priístas es su “prestigio”, ellos apuestan a ganar la presidencia en 2012 y por eso no quieren cargar todo el desprestigio que les traería quedar como paleros. Para no salir tan ensuciados, el coordinador de los senadores del partido, Manlio Favio Beltrones, anunció que ellos presentarían su propia iniciativa de reforma, la cual también sería privatizadora pero light.
En resumen, los de arriba no pudieron ponerse de acuerdo para seguir dominando y los de abajo sí pudieron organizarse para defender sus derechos, eso es lo que debemos seguir ha-ciendo si queremos rescatar a México: dividir a los de arriba y unirnos y organizarnos todos los de abajo.

Los tiempos fatales
de Calderón
Como dijo el Peje, no podemos cantar victoria; ganamos una ba-talla pero no ganamos la guerra, ganamos un partido pero no el campeonato. Es mucha la am-bición de los empresarios y los gobiernos de España y de Nor-teamerica, es mucha su urgencia y muy grande el negocio que harían con nuestro petróleo como para que se den por vencidos fácilmente, y el tiempo corre en su contra.
Los panistas no pueden imponer la privatización en 2009 porque ese año hay elecciones para diputados y para algunos gobier-nos estatales. Si lo hicieran se desprestigiarían y perderían muchos votos además no les conviene que en plena campaña electoral haya un pueblo movi-lizado y activo. El ideal de los partidos de arriba es que en tiempos electorales el pueblo este quieto, se limite a mirar la tele y a depositar su voto en la urna. Podrían hacerlo en 2010 pero para ese año ya habrá empezado la rebatinga por las elecciones presidenciales de 2012. Dentro del Partido de Acción Nacional (PAN) el grupo de Fox y Espino estarán pelea-dos a muerte con el de Calderón por designar a su candidato a la presidencia, exactamente lo mismo pasará en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) entre Peña Nieto y Beltrones y en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) entre López Obrador, Marcelo Ebrard (que volvió a decir que no lo den por muerto para 2012) y el grupo de Jesús Ortega. Ya para 2010, pues, todos los partidos empe-zarán a prepararse para la sucesión presidencial, y confor-me más cerca estemos de 2012 menos le convendrá al PRIAN imponer la privatización ya que la gente tendrá fresco este atraco a la nación y los castigaría votando en su contra. De tal manera que el momento ideal para aprobar la privatización es el segundo periodo legislativo de 2008, entre agosto y noviembre; más que el momento ideal es casi el único que les queda.
Lo que podemos esperar es que para este segundo periodo legislativo los Panistas se vayan con todo para aprobar su contra- rreforma, y “con todo” significa que la campaña de odio y mentiras contra el movimiento en defensa del petróleo será más grande de lo que nos imagi-namos, significa que día y noche veremos spots diciendo que somos asesinos y criminales, que nos financia el narco, que tenemos nexos con grupos terroristas y todo lo que se les pueda ocurrir. Seguramente veremos más video escándalos, ya sean inventados o verda-deros. Ya aprobaron la contra reforma judicial represiva y las matanzas del narco serán el pretexto para que de una vez por todas se implemente el llamado Plan México o Iniciativa Mérida, un plan mediante el cual gobierno gringo proporcionará dinero, entrenamiento y equipo al ejército y policía mexicanos para reprimir al los movimientos sociales. En su fase superior, el Plan México incluye que nuestras fuerzas armadas y policía se sometan directamente a las órdenes del ejército norteamericano. Lo que podemos esperar es que ahora sí nos echen encima a la PFP como lo hicieron con los maes-tros de Oaxaca, que encarcelen a algunos líderes del movimiento o los golpeen. En resumen, los panistas saben que se les acaba el tiempo para aprobar su refor-ma y son capaces de cualquier cosa con tal de complacer al imperialismo gringo y español. Por tanto debemos prepararnos para una lucha más dura de lo hemos visto hasta ahora.

El debate es un arma de doble filo.

El movimiento en defensa del petróleo se concentró en impedir que sesionaran las Cámaras de Diputados y Senadores argu-mentando que antes debe darse un debate nacional en el que los expertos y todos los mexicanos puedan opinar sobre lo que debe hacerse con nuestro petróleo. El PRIAN aceptó y los debates ya empezaron.
Para evaluarlos es necesario tomar en cuenta experiencias pasadas de movimiento sociales que recurrieron a ellos.

Nos viene a la mente la huelga de 1987 en la UNAM. El Consejo Estudiantil Universitario (CEU) exigió un diálogo público con la Rectoría sobre la propuesta privatizadora del entonces Rector Jorge Carpizo.
Obviamente el debate lo ganaron los estudiantes y su difusión sirvió para que miles se sumaran al movimiento. El CEU se volvió una organización de masas gracias al debate. Sin embargo hay algunas diferencias que debemos considerar: la primera es que el debate de la univer-sidad se transmitió en vivo por radio UNAM y que se realizó en un auditorio abierto al público.
El debate sobre el petróleo es en un lugar cerrado y sólo se trans-mite por cable, de tal manera que la mayoría de los ciudadanos no pueden presenciarlo. Fue una torpeza mayúscula no haber exigido que, por lo menos, se transmitiera en cadena nacional y en televisión abierta un resu-men diario de lo dicho por los especialistas.
El riesgo que corremos es que nadie se entere de los argu-mentos y que, por tanto, el famoso debate no nos sirva para crecer como movimiento. El peor escenario es que al finalizar el mismo el PRIAN apruebe la contrarreforma y nos diga “ya debatimos, ya los escuchamos ¿Qué más quieren?”.
Otra arma de doble filo es el llamado a un plebiscito. Mientras no tengamos instituciones electorales confiables, cualquier elección puede llevarnos al desastre. Si se realiza la consulta y nos hacen fraude, dirán que no son ellos sino el pueblo el que ha decidido la privatización. Recor-demos lo sucedido el año pasado en Costa Rica. Se sometió a consulta popular la firma de un tratado de libre comercio con Estados Unidos y después de una campaña negra de calum-nias contra los que se oponen al tratado, los órganos electorales dieron como resultados que el sí había ganado por menos de un punto porcentual.
Evidentemente hubo fraude. Asimilar la experiencia de lucha de los países hermanos de América Latina es imprescindible en estos momentos.

Vicios y virtudes del movimiento

Lo que podemos concluir es que el camino principal para detener la privatización y rescatar a México es la movilización en las calles. El parlamento es una herramienta útil pero no puede ser la principal. El debate y el posible plebiscito son comple-mentos de la movilización, no sustitutos. Si nos limitamos las acciones oficiales en las Cámaras, iremos directo al fracaso. Parece que Obrador tiene claro esto y por eso prefirió salir a recorrer el país que encerrarse en la Cámara de Senadores a discutir con los panistas.
Si lo principal es la movilización y la organización, debemos ver nuestros aciertos y errores. En estos meses quedó claro que hemos pasado a un nivel superior de organización. La Convención Nacional Democrática (CND) en realidad nunca funcionó como una organización pues no hubo debates ni grupos de base.
Todo lo decidía Andrés Manuel López obrador (AMLO) y sus subordinados pidiéndonos que levantáramos la mano, claro. Para un ciudadano común y corriente afiliado a la Convención las únicas actividades eran sacar su credencial, ponerse el moñito tricolor e ir al zócalo dos veces al año a escuchar al Presidente Legítimo. Ahora es un poco diferente, tuvimos acciones concretas, reuniones de orga-nización y grupos de base: las brigadas. Sin embargo hay signos preocupantes de agota-miento y burocratización.
Las brigadas en mayor o menor medida empiezan a repetir los vicios que vemos en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y se vieron en las Redes Ciudadanas y en Defensa del Voto. Hay una línea de mando que va de Obrador a sus subor-dinados y de estos a las bases pero no hay canales para que las ideas e inquietudes fluyan en sentido inverso: de las bases a Obrador y su círculo. Si los simples mortales queremos que Obrador nos escuche, nuestro único medio es mandar una carta al correo ilustrado de La Jornada y rogarle a los santos que la lea. La primera causa de esto es que los coordinadores no fueron electos por las propias brigadas sino designados por el Peje. En algunos casos tuvo tino y puso a personas honestas, trabajadoras y representativas de las bases pero en otras ocasiones no fue así, en otras ocasiones los coordinadores utilizan la brigada como coto de poder y trampolín personal o de su propia organi-zación, con lo cual restan en lugar de sumar al movimiento. La brigada se convierte en un pequeño feudo en donde el elegido de nuestro Presidente Legítimo manda a su antojo y esta dinámica se reproduce en cada municipio, barrio, ejido y centro de estudio. El resultado natural es que los no incondicio-nales del coordinador terminan por retirarse y la brigada se desinfla. El colmo es que algunos de los coordinadores estatales del movimiento viven y trabajan en el Distrito Federal, que muchas brigadas se nutren de las redes clientelares de sus coor-dinadores y se agrupan en torno a dádivas como créditos, vivienda, y que se ha empezado a recoger la basura de partidos como el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y todo tipo de lacras oportunistas, exactamente como lo hace el Partido de La Revolución Democrática (PRD). Abordar la crisis del partido de Obrador (PRD) es indispensable. Las acciones de los legisladores, que de por sí tienen un impacto limitado, ahora parecen más inseguras pues cada vez es más claro que los chuchos tienen un pacto con Calderón y a medida que se prolonga la crisis esta tribu se aleja más y más del movi-miento. En pocas palabras, podemos perder la poca fuerza que tenemos en las Cámaras. Un punto más es que las brigadas se están convirtiendo, al igual que el PRD, en una agencia de colocación para puestos pú-blicos. Ya se rumora que algunos coordinadores de brigadas son los tocados por el dedo de Dios,son los privilegiados que conformarán las listas de diputados plurinominales y de candi-datos a jefes de delegación en las elecciones de 2009. Los precandidatos disfrazados de coordinadores de brigada empezarán a trabajar con el objetivo de asegurarse su curul y se dedicarán al movimiento sólo en la medida en que los ayude a convertirse en diputados, lo más seguro es que se pongan el pie unos a otros y se den de em-pujones para salir en la foto.
Si tomamos en cuenta que hay una gran posibilidad de que, por el lodazal de su crisis interna entre otras cosas, el PRD reciba una paliza electoral en 2009, la lucha entre los suspirantes será más dura.

¿Un paro sin obreros?

Además de los vicios ya se-ñalados hay otro mucho mayor: la ausencia de los sindicatos y del resto de las organizaciones de izquierda que actúan en la política nacional. Es cierto que muchas están atrapadas en el sectarismo y el autismo y consi-deran la lucha contra la privati-zación como una lucha reformista y sin importancia.
Pero también es cierto que al Peje le ha faltado voluntad para atraer a organizaciones como la Asamblea Popular de los pueblos de Oaxaca (APPO) y a sindicatos como el de maestros, mineros y petroleros. Recientemente el Sin-dicato Mexicanos de Electricistas (SME) se sumó a una de las brigadas, ojala su incorporación vaya a fondo y no choque con el estilo de mando de Obrador y sus designados. La ausencia más notable es la del sindicato petrolero. Por supuesto que es un sindicato charro pero debe-mos pensar dos cosas: la primera es que dentro de él hay núcleos de obreros organizados que desde hace años se oponen al charrismo y que hay varios miles que no cuestionan a la dirección del sindicato pero se oponen a las medidas de Calderón; la segunda es que esta es, precisamente, la oportunidad de oro para democratizar el sin-dicato y hacer a un lado a sus dirigentes corruptos.
Si logramos involucrar a los obreros de Petróleos Mexicanos (PEMEX) en la defensa del petróleo es muy posible que se animen a enfrentar a los buró-cratas que tienen por dirigentes y, con el respaldo de todo el movimiento, tendrían grandes posibilidades de triunfar.
La última medida del plan de acción de nuestro movimiento es el paro patriótico nacional pero pensar en un paro sin obreros es imposible. ¿Quiénes van a parar las empresas estratégicas del país sino los obreros que laboran en ellas? Si en verdad queremos hacer un paro y detener la privatización, no hay otro camino que incorporar a los trabajadores en nuestra lucha y centrar nuestra labor de propaganda en los centros de trabajo, la táctica de ir casa por casa ya no es suficiente para esta etapa de la lucha. El celo que desde siempre ha tenido Obrador a las orga-nizaciones de izquierda y, sobre todo, a las organizaciones de la clase obrera cada vez le sale más caro al movimiento.

¿México 1994 o Bolivia 2003?
¿Cuáles son los escenarios de largo plazo para nuestro país? La determinación de Obrador y el movimiento hace evidente que la reforma sólo podría pasar si desatan una represión de grandes magnitudes y aplastan definitiva-mente al movimiento y a la izquierda en general, lo que con-vertiría al régimen de Calderón en una dictadura abierta. Que esto no suceda depende de nuestra habilidad y organización.
Partiendo de que lograremos detener la privatización, hay dos caminos posibles. El primero es que justo cuando Calderón retire su propuesta, Obrador detenga el movimiento para regresar a una táctica de latencia y prepa-ración para las elecciones de 2012. El plan sería esperar el resto del sexenio y apostar todo a ganar la próxima elección. Nosotros consideramos que en tres años pueden pasar muchas cosas: puede que Los Chuchos impidan que Obrador sea el candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y pongan a cualquiera en su lugar, pude que Obrador se salga del PRD pero no alcance a conso-lidar un nuevo partido o que le nieguen el registro, puede que Ebrard se vea envuelto en una jugarreta como el desafuero. También puede que se desborde la desesperación de los más pobres y nos veamos envueltos en un ambiente de violencia que aleje a la gente de las urnas o la haga votar llena de miedo por un gobierno de derecha pero capaz de “poner orden”, también puede suceder que el propio Estado monte mediante provo-caciones ese escenario de confrontación. Las elites econó-micas que gobiernan este país ya empiezan a prepara el regreso del Partido Revolucionario Institucional PRI a Los Pinos coneña Nieto. No importa cuánto se desgaste el Partido Acción Nacional (PAN), su candidato es el gobernador del Estado de México, por eso lo han cuidado para que no se meta en líos, para que llegue lo más limpio posible a las elecciones presidenciales. Si apostamos a ganar las elec-ciones de 2012 puede que nos suceda lo que en 1994.
La izquierda ganó las elecciones en 1988 pero, en lugar de desplegar un plan para derribar a Salinas, decidió esperar seis años, formar un nuevo partido, el Partido de la Revolución Demo-crática (PRD), y exigir reformas electorales, todo con la espe-ranza de ganar las siguientes elecciones. Pero en seis años pasan muchas cosas: el Partido de la Revolución Democrática (PRD) perdió desastrosamente las elecciones para diputados de 1991, fueron asesinados cientos de sus militantes, el levanta-miento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) fue aprovechado por Salinas para promover el voto del miedo. El resultado fue que en el 94 Zedillo ganó por la buena, sin fraudes. El error de la izquierda en ese momento fue pensar “si ganamos en 88, automáticamente gana-remos en 94”.
Las cosas no fueron así. Esperar hasta 2012 es arriesgarnos a que la oligarquía cambie de juego dejando que el Partido Acción Nacional (PAN) se hunda en el desprestigio e imponiendo en la Presidencia (con muchas o pocas dificultades, con fraude o sin fraude) al represor de los campesinos de Atenco, el gober-nador Peña Nieto.

El otro escenario se parecería a Bolivia en 2003. Ante la iniciativa de privatización del gas, los bolivianos respondieron con una lucha a muerte que se conoció mundialmente como la Guerra del Gas. Bloqueando todos los accesos a la ciudad de El Alto lograron frenar la venta de sus recursos pero no se detuvieron ahí, siguieron hasta derribar al presidente asesino Gonzalo Sánchez de Losada. Se formó un gobierno provisional y dos años después el líder indígena Evo Morales llegó a la presidencia en hombros del movimiento. Las fuerzas sociales se dieron cuenta de que si tenían la fuerza para impedir la venta del gas, también la tenían para tumbar al pre-sidente neoliberal y adelantar elecciones.
Frente a ese movimiento enor-me, la oligarquía no se atrevió a hacer fraude. El otro camino para nuestro movimiento es olvidarnos de 2012 y esforzarnos porque Calderón no terminé su mandato, concentrarnos en derrocarlo y adelantar elecciones o, de plano, formar, sin elecciones, un go-bierno popular presidido por Obrador. La lucha por el petróleo puede llevarnos a tirar al pelele.
Ambas rutas tienen sus riesgos y sus ventajas pero lo importante es que se habrirán espacios para discutirlas.
Además del debate nacional sobre el petróleo urge otro debate pero dentro de nuestro movimiento para que todos discutamos y decidamos los nuevos rumbos estratégicos que debemos seguir.

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